domingo, 21 de diciembre de 2008

El Sidjata histórico y el Buda del dogma

La vida de la casa, ese lugar de impureza, es estrecha; la vida en nuestra comunidad de monjes es el aire libre. —Sidjata Gótama


KARMA: UNA DOCTRINA ABYECTA


BUDA FUE un hombre incomparablemente mejor que los fundadores de las otras religiones mayoritarias: Moisés y los otros creadores del judaísmo; Pablo, el verdadero inventor del cristianismo, y Mahoma. A diferencia de éstos, Buda no fue intolerante con las otras religiones. El cristianismo de Constantino, Constancio y Teodocio destruyó la cultura grecorromana; y las conquistas de Mahoma y su descendencia fueron hechas por la espada. Los discípulos de Buda no fundaron iglesia alguna. Su propuesta se parece más a la de un San Francisco y a su regla de órdenes mendicantes, de la que hablaré en otro hilo de discusión. La regla de la religión que creó Buda la llamó vinaya. La superioridad ética de Buda frente al exterminio de incircuncisos por los hebreos de Josué, o las fes coercitivas como el cristianismo y el islam, no puede ser mayor.

Antes de que mi hermano Germán estudiara cursos de Cienciología, había realizado un viaje a la India y a Nepal para visitar monasterios budistas. Una marabunta humana de miserables nativos lo acosó a lo largo del viaje pidiéndole limosnas.

La India ya sobrepasó los mil millones de personas. Si los occidentales que la visitan en busca de iluminación no estuvieran obcecados, lo primero que harían sería condenar a una cultura donde reina la más abyecta reproducción de miserables. Si bien la tradición le atribuye al Buda que éste rechazaba el sistema de castas del hinduismo y que fue consciente de la pobreza, tal postura fue completamente eclipsada por su misticismo. ¿Por qué los occidentales se niegan a ver que, en vez de tierra de iluminados, la India está cubierta por la oscuridad más ominosa del alma? El mismo Germán, que buscaba la luz en esas tierras, me dijo: "Los monjes eran unos huevones" y que "sólo querían ser mantenidos" (huevón es vulgarismo mexicano por flojo: significa que los testículos le pesan tanto a un hombre que no quiere trabajar). Tengo la impresión que ese viaje de desencanto orilló a mi hermano a Cienciología: supuestamente, una reformulación occidental del budismo.


BUDA NO REPUDIÓ la doctrina que la conducta de una persona influencia el destino de su siguiente encarnación. Ese justificar la pobreza culpando a los pobres, y no al sistema familiar y social, de putativos pecados en vidas anteriores ha sido el milenario escollo para eliminar la pobreza y marginación en la India. Esta sola razón me basta para considerar la doctrina de la reencarnación, tal como la entienden hinduistas, budistas, cienciólogos y algunos new agers, como algo abominable; y la mejor manera de mostrarlo es ver lo que hoy día sucede en la tierra natal de Buda.

En junio de 2003 National Geographic publicó un artículo, con carta del mismo editor al inicio de la revista, donde se denuncia el sistema de castas que aún persiste en la India en el nuevo siglo. Una de las cosas que me distingue del profesor académico es que ellos leen y publican en revistas de sociología, historia o antropología en las que el protocolo prohíbe manifestar emociones de indignación. Tal postura significa, en último análisis, que los académicos no quieren mover un dedo para el cambio social. Aunque no creo en Dios, debo decir que me siento más en casa leyendo a algunos moralistas del Antiguo Testamento, como Amós y Miqueas, que estudiar las asépticas revistas académicas. Asimismo, a diferencia de éstas, la carta del editor de National Geographic me agradó porque, a pesar de ser una revista de supermercado, finaliza con las palabras: "Ha llegado la hora de que terminemos con el olvido y la ignorancia" del sistema de castas. Así que compré su revista.

Ya desde la primera página del artículo aparece la fotografía de un joven llamado Laxman Singh, un hindú sin piernas. Las perdió debido a una paliza que le propinaron los aldeanos de una casta superior. Las fotografías del artículo pueden verse en internet. Es común, dice el articulista Tom O’Neill, que durante su estancia en la India "casi no transcurrió un solo día sin que oyera o leyera acerca de algún niño a quien habían arrojado ácido a la cara, o de alguna esposa, violada enfrente del esposo o de algún otro acto cuya provocación había sido simplemente que un intocable no había sabido guardar el lugar que le corresponde". Por intocable O’Neill se refiere al paria que está hasta abajo de la escala social en la India. Se les llama "intocables" porque los miembros de las castas superiores no deben tocarlos. En la ciudad de Patna el periodista Krishna Murari Kishan mantiene una colección de imágenes de mujeres y niños quemados vivos en sus hogares por milicias de las castas superiores. En el mismo artículo de National Geographic aparece una fotografía del joven Ramprasad, que muestra la mitad de su rostro totalmente desfigurado por el ácido que le roció una turba cuando osó pescar en un estanque de castas superiores. O’Neill se atrevió a entrevistar al líder de un escuadrón de la muerte de la casta más alta, un brahmán, sobre la matanza de mujeres y niños. El brahmán alzó los hombros y dijo: "Se ponen en la línea de fuego". Curiosamente, quienes abusan de los parias obtienen el micrófono en la primera línea del artículo de O’Neill. Sus palabras retratan por qué siento tanta repulsión hacia el hinduismo, el budismo, el new age, la Cienciología y las otras sectas que proclaman la doctrina del karma:
Los pecados de Girdharial Maurya son muchos, insistían sus atacantes. Su karma es malo. ¿Por qué otra razón habría nacido intocable, como sus antepasados, si no para pagar por sus vidas pasadas?
No soy el único a quien no le gusta la religión. O’Neill mismo dice que los parias "son víctimas de una religión que los considera infrahumanos", y concluye que hasta que la religión no cese de desempeñar una función capital en la política de la India, los crímenes de castas continuarán.

El artículo me recuerda algo que hace mucho me dijo mi hermano sobre Octavio Paz, quien fue embajador de la India y escribió un ensayo sobre la milenaria nación: libro citado en el artículo de National Geographic por cierto. Germán, quien ya para entonces coqueteaba con una secta cuyos fieles usan turbantes blancos, se mostró muy escéptico de que Paz pudiera decir algo sustancial sobre la India. Argumentó que sólo quienes han practicado la meditación pueden tocar la fibra de Buda; de igual manera como sólo quienes sienten compasión por el prójimo tocan la fibra de Cristo. Aunque elocuente, la observación de mi hermano es errónea. No todos los residentes de la India practican la meditación: también hay musulmanes, cristianos, sijs, jainistas y aún ateos (curiosamente, aunque Buda nació en al India, sólo el uno por ciento de esa nación profesa el budismo). Por otra parte, a los 160 millones de parias hindúes ni siquiera se les permite entrar a los templos, ¡no se diga que aprendan yoga de un maestro brahmán! Y si hablamos de compasión cristiana ¿quién es realmente el ignorante?: ¿los brahmanes que, después de meditar, sojuzgan al prójimo, o Paz que deseaba que fuera abolido el sistema de castas? Yo diría lo contrario de lo que alegó Germán. Son los new agers que imitan a los santurrones de la India quienes desconocen la cultura al cerrar sus ojos ante los terribles atropellos que, como escribió O’Neill, se leen a diario en los periódicos de la India. Y el punto medular es que no parece ser posible eliminar el sistema de castas sin eliminar el hinduismo; así como no parece ser posible eliminar la marginación de la mujer en los países islámicos sin eliminar el islam.


EL BUDA DEL DOGMA

DE MANERA similar a Germán, justo antes de caer en la secta Escatología, me apasioné un tiempo por el budismo zen. Había leído un clásico, Los tres pilares del zen, y me había impresionado enormemente la experiencia de iluminación ("satori") de un ejecutivo japonés en ese libro de Philip Kapleau. Como entonces no había escuelas zen en México no es coincidencia que, el mismo mes que me interesé por el zen, yo cayera en Escatología. Infinitas odiseas del alma iba a tener que cruzar para que cuestionara toda esa búsqueda de mi salvación en el misticismo, las sectas o lo paranormal.

Para muchos judíos y cristianos píos, la historia de Moisés y Josué parecen bellas simplemente porque no han leído la Biblia con discernimiento. Pero la mayor dificultad con la que el crítico se topa al evaluar la historia de Buda es la enorme belleza y seducción de las leyendas. Sólo haciendo a un lado tales hermosuras, y lo digo sin ironía, y aplicando el mismo criterio de occidente sobre el Jesús histórico, será posible vislumbrar quién pudo haber sido Buda.

El pali es un antiguo dialecto de la India: el idioma del budismo como el latín es el idioma del catolicismo romano. Según los expertos, un texto llamado Tipitaka, escrito en pali, es el más antiguo sobre la vida de Buda. Tipitaka significa tres cestas, es decir, las divisiones del llamado Canon Pali: Digha Nikaya (Diálogos del Buda), Majjhima Nikaya (Dichos de extensión media) y Samyutta Nikaya (Dichos semejantes). La "Biblia" del budismo es formidable: una montaña de literatura que el lego secular no puede abordar tan fácilmente como puede hacerlo con la Torá, el Nuevo Testamento o el Corán. Al momento de escribir, Wisdom Publications vende una espléndida edición en inglés con amplias introducciones, sumarios de los sutras atribuidos a Buda, cientos de notas y apéndices en tres volúmenes que juntos suman más de las 4,000 páginas del Tipitaka. Este Canon Pali consiste de las enseñanzas, interpretaciones y la regla de la orden atribuidas a Buda: una invalorable colección para los interesados en el budismo que no sabemos pali. [The Long Discourses Of The Buddha: a translation of the Digha Nikaya by Maurice Walshe (1995); The Middle Length Discourses Of The Buddha: a translation of the Majjhima Nikaya by Bhikku Nanamoli (1995); The Connected Discourses Of The Buddha: a translation of the Samyutta Nikaya by Bhikku Bodhi (2002).]

No tendré más remedio que partir del Canon Pali, ayudado por comentaristas modernos, para especular quién pudo haber sido el Buda histórico. También me basaré en comentarios de eruditos sobre otros textos antiguos, aunque posteriores, al Canon Pali.

Buda nació entre los siglos V y VI antes de nuestra era en un lugar de la frontera de lo que hoy es Nepal y la India: frontera que mi hermano cruzó, por cierto, en su viaje de búsqueda. Esto parece ser historia real. Pero la leyenda que dice que Buda fue concebido virginalmente cuando su madre soñó con un elefante blanco debería avergonzar a los occidentales.

Muy pocos cristianos saben que la narrativa de los evangelios de Mateo y Lucas sobre la concepción virginal de Jesús no es original del cristianismo. También es risible que el Tipitaka mencione a un sabio y a un rey adorando al bebé Buda como aparece siglos después en la narrativa neotestamentaria de los reyes magos. Asimismo, dicen los textos que, cuando Buda contaba con unos treinta años, sufrió tentaciones por el diablo —como Jesús en el desierto a la misma edad— para impedir su iluminación. Y al igual que el famoso sermón de la montaña de Jesús, a Buda se le atribuye el famoso sermón del fuego: en el que habla de las pasiones y el engaño humanos ("Todo está en llamas... "). Como Jesús, Buda está considerado por la tradición como un hombre de extraordinaria compasión por los que sufren, y también se le atribuyen una buena cantidad de milagros: haber caminado sobre el mar y calmado tempestades, cesar la peste en un pueblo, levitaciones más espectaculares que las de los santos cristianos, y bilocaciones de su imagen. Cuando el Buda murió, al igual que el evangelio cristiano la tradición dice que la tierra tembló y que la luz de los cielos se oscureció. Algunos estudiosos del Nuevo Testamento, como Randel Helms, sospechan que la narrativa de Jesús caminando sobre el mar fue calcada de las leyendas budistas. En el Canon Pali se dice que a los treinta y cinco años Buda logró la iluminación, es decir, que el hombre alcanzó el nivel de despertar del mundo de la ilusión y se convirtió así en un Buda. La mitología habla de Budas anteriores, como el Buda Amida o el Buda Kakusandha, pero según los estudiosos occidentales no son figuras históricas. Es fascinante comparar las narrativas más antiguas y escuetas de la iluminación del Buda con las mitologías del mismo evento en el budismo más desarrollado, como el zen.

Pensemos un poco en el desarrollo de leyendas en el Nuevo Testamento. En los escritos neotestamentarios más antiguos, las epístolas de Pablo, no se habla ni de la tumba vacía, ni de las apariciones del Jesús resucitado, ni de la ascensión de Jesús: sólo de una resurrección abstracta sin narrativas. En el evangelio de Marcos, el más antiguo de los evangelios canónicos, se habla por vez primera de la tumba vacía pero no de la ascensión, ni de las apariciones del Jesús resucitado a sus discípulos. En Mateo y Lucas sí se habla de las apariciones, pero Mateo omite la ascensión a los cielos. En el evangelio de Lucas y sus Hechos de los Apóstoles se menciona la gloriosa ascensión pero la cristología del tipo "En el principio era el Verbo..." aún no se desarrollaba. Sólo en el más tardío de los evangelios, el evangelio de Juan, aparece tal cristología, entretejida con otras narrativas sobre Jesús.

Para el lector crítico es más que obvio que los escritores del Nuevo Testamento embetunaron, capa por capa por así decirlo, el escueto pastel original. Y si la resurrección es el evento máximo en el cristianismo, la iluminación de Buda después de su última sesión bajo del árbol Bo es el evento máximo del budismo. La historia que me embelezó a mis veinte años sobre el llamado Buda Sakamuni (Sidjata Gótama) fue precisamente su experiencia del satori, la iluminación, al ver el planeta Venus por la mañana después de su sesión final bajo el árbol Bo. "¡Maravilla de maravillas!" —dijo Sidjata en voz alta—. "Intrínsecamente todos los seres vivientes son Budas, dotados de sabiduría y virtud, pero debido a que el pensamiento de los hombres se ha trastocado por su pensamiento ilusorio no logran percibirlo".

El error que cometí a mis veinte años fue que tomé por historia real a las narrativas más tardías y elaboradas sobre la iluminación de Buda: la historia contada por Yasutani-roshi en Los tres pilares del zen. En aquellos tiempos no se me ocurría pensar, ni por asomo, como un historiador moderno: hay que conocer los textos más antiguos si uno quiere especular sobre lo que pudo haber ocurrido en la historia real. Dicho de otra manera, si hubiera leído estudios sobre el Tipitaka y no Los tres pilares del zen no hubiera despertado en mi mente el espíritu numinoso que despertó mi lectura de Yasutani-roshi.

Una vez iluminado, la misión de Buda fue enseñar el dharma a la humanidad. Buda pronunció su primer sermón. Confieso que cuando llegué a la lectura de este pasaje biográfico, que pudo ser historia real, me encontraba en una conferencia de cienciólogos. Aburrido de las babosadas que decía el ponente, no pude sino enfrascarme en mis lecturas y decirme en mis adentros que, al igual que los cienciólogos, los budistas y otros religiosos manejan una transferencia parental. Yo era el único no cienciólogo en el auditorio, por lo que el contenido de la conferencia me era claramente fantasioso; el resto del auditorio se lo tragaba todo (cuento esta anécdota en mi librillo sobre Hubbard). Me pareció percibir que, una vez que un individuo transfiere la sensación parental de autoridad a otro individuo, cualquier tontería que diga será aceptada con la ingenuidad de un niño ante su papi. He hablado en el tercer tomo de Hojas susurrantes sobre lo que denomino "introyectos instantáneos" cuando hablaba de mi vida infantil con mi padre. A lo que quiero llegar es que de ninguna manera creo que la inteligencia de los oyentes de Buda durante sus sermones haya sido más aguda que la de los oyentes del conferencista cienciólogo, quienes se comportaron como infantes mentales: acerca de lo cual escribí en librito enlazado de arriba.

¿Pero cuál era el dharma, la enseñanza de Buda a los hombres? Refraseando algunos textos, el punto de partida de su enseñanza parece ser el siguiente:
He aquí la sacra verdad sobre el sufrimiento. El nacimiento es dolor, la vejez es dolor, así como lo son la muerte, la unión con el que no se ama, la separación del que se ama, la imposibilidad de obtener lo que se desea. He aquí la verdad sobre el origen del dolor: el deseo.
Y el camino para suprimir el dolor implica una vida austera; un justo medio entre aquel ascetismo despiadado que Buda alguna vez practicó, y la vida mundana. El sendero óctuplo, o "camino a la liberación", conduce al nirvana. Buda enseñaba una suerte de niveles OT (véase mi librito sobre Hubbard) a sus discípulos. A los arhats o "perfeccionados" podríamos verlos como los claros o liberados de Hubbard. El Tipitaka dice que los cinco ascetas que lo habían abandonado luego reconocieron al Buda, se sometieron a su "camino a la liberación" y llegaron a ser arhats. Buda sería el líder de una secta con media centena de arhats: hombres perfeccionados.


EL SIDJATA HISTÓRICO

MI comparación con sectas modernas suena muy irreverente, pero recordemos que Buda es un título, similar al Cristo de los cristianos para designar al hombre Jesús, o El Profeta de los musulmanes al designar a Mahoma. Las historias sobre Buda se escribieron unos siglos después de su muerte. Si se quiere especular a partir de leyendas tardías, comencemos por el nombre.

Así como jamás le llamaría Cristo a Jesús porque no soy cristiano, a partir de esta línea no le llamaré Buda a Sidjata porque no profeso el budismo. Sidhartha Gautama es sánscrito por Siddhatta Gótama en pali, el idioma que quizá habló Buda: razón por la que así le llamo en este ensayo. Pero en pali la h se debe oír claramente como la h en inglés, por lo que castellanizo el nombre original del llamado Buda, Siddhatta, simplemente como Sidjata: como solían llamarle (Gautama, o Gótama en pali, era el apellido de su padre). Una persona que ha llegado al nivel buda significa simplemente que es un "iluminado", como la palabra cristo significa "el ungido" en griego (es decir, el mesías).

Al igual que Hubbard, Sidjata no fue original. Alara Kalama, su primer maestro, le había dicho a Sidjata que aquél había llegado a "la esfera de la nada", y su segundo maestro le enseñó a alcanzar "la esfera sin percepción y sin no percepción". Los primeros maestros de Sidjata y la filosofía zen me recuerdan algunos pensamientos de Heidegger: un gurú del alma para la intelligentsia occidental del siglo XX. Pero esta inferencia es por el momento irrelevante. Lo que resulta evidente es que de ahí se inspiraría Sidjata para la idea de su nirvana. Como Hubbard, lo único que hizo fue cambiar nombres y asegurar que "nirvana" era una esfera superior a las otras.

Después de dejar a sus primeros maestros, como los santurrones cristianos de siglos posteriores Sidjata practicó el más severo ascetismo, comiendo cada vez menos, menos y menos arroz. En representaciones artísticas posteriores sobre la etapa anoréxica de Sidjata es posible ver que la piel de su estómago aparece casi junto a su columna vertebral. El antiguo texto Majjhima Nikaya pone en boca de Sidjata estas palabras: "Mis nalgas parecen pezuña de buey salvaje". Sidjata practicaba la mortificación extrema de la carne no sólo por haber internalizado el trato de su padre, madrastra y quienes lo criaron; sino porque cinco de sus correligionarios admiraban su ascetismo. No obstante, cuando sintió el peligro de morir aceptó comer, leche y arroz, que una joven campesina le ofreció. Se recobró gradualmente, por lo que sus admiradores lo abandonaron.

La leyenda nos cuenta que, después de que superó las tentaciones del diablo, en sus sesiones de meditación Sidjata recobró memoria de sus existencias pasadas. Llegado este punto me apena verme en la necesidad de recordarle a la gente adulta las más elementales reglas de la lógica. Es evidente que, si la reencarnación no existe, tanto el hinduismo como el budismo están basados en un engaño. De igual manera, si Moisés no habló con Yavé en el Sinaí, el judaísmo está basado en un embuste. Si Jesús no resucitó, el cristianismo está basado en un embuste. Y si el arcángel Gabriel no habló con Mahoma, el islam está basado en un embuste. La única diferencia con la doctrina de la reencarnación es que no fue original de Sidjata: le precede con mucho en la tradición metafísica de su tierra natal. Pero la psiquis posmoderna está moldeada de forma tal que, el solo hecho de que una doctrina goce de aceptación milenaria la vuelve respetable; y se considera sumamente grosero que alguien (como yo) ose cuestionarla con simple lógica aristotélica.

Sidjata visitó la casa de su padre. Nos dice la leyenda que Yasodhara, la esposa a quien había abandonado, cayó bajo sus pies. Y fue justo ahí, en sus pies, donde la mujer puso su cabeza.

Me pregunto qué dirían las feministas de semejante historia. ¿Por qué no cayó el Buda iluminado a los pies de su mujer pidiendo perdón por haberla abandonado? La historia muestra el machismo de la cultura.

Luego el padre de Sidjata le pidió al ahora "Buda" que estableciera la regla que ningún hijo podía ordenarse monje de la nueva religión, a menos que obtuviera el permiso de su padre. Sidjata asintió. De ser histórica, la anécdota es prueba inequívoca de que Sidjata, el supuesto Buda iluminado, se dejó tratar en casa otra vez como un niño.

Si el llamado "Buda" hubiera sido un verdadero iluminado, la prioridad de su enseñanza habría sido condenar al sistema de castas y al machismo. Pero el Sidjata histórico, no el inexistente Buda del dogma, simplemente compartía los prejuicios de su época. Si hubiera sido cierto que, después de su iluminación bajo el árbol Bo, había alcanzado un estadio psíquico tan prístino que rebasaba infinitamente nuestros sueños de Maya, sería inconcebible ver al iluminado compartir tales prejuicios.

En Jetavana Sidjata fundó un famoso monasterio que se convirtió en su cuartel general, donde impartía sus sermones. El movimiento creció y pronto diversos monasterios se fundaron en las poblaciones más importantes del valle de Ganges. Los hindúes creían que Sidjata tenía un truco especial de galvanización y atracción hacia él y su prédica. Como más tarde lo haría la madre Teresa de Calcuta, Sidjata visitaba al pabellón de los enfermos: un truco psicológico que vemos incluso en las carreras de los políticos cuando están en campaña electoral.

Sidjata murió de viejo, y es ilustrativo saber que cayó gravemente enfermo. Análogamente a lo que dijo David Miscavige, que Hubbard se deshizo voluntariamente de su cuerpo (consúltese una vez más mi pequeño libro sobre Hubbard), a sus ochenta años Sidjata anunció que moriría en tres meses: un cuento tan chino como el de Miscavige. Sidjata fue cremado y sus reliquias fueron divididas para la satisfacción de los diversos grupos.


LA IMAGEN de Sidjata, alias el Buda, como un sabio iluminado y compasivo del género humano sólo puede tomarse en serio si lo juzgamos a partir de las pautas políticamente correctas ante creencias religiosas, como la doctrina del karma. Cierto que, como dije, si lo comparamos con Moisés, Josué o Samuel, Sidjata parece un auténtico santo. Pero analicemos su axioma central: que la vida es sufrimiento. Basta que, quienes tuvimos una infancia con momentos felices, recordemos esa vida regalada para sospechar que, al contrario de lo que afirman las leyendas, Sidjata probablemente tuvo una vida infeliz en el resguardado palacio de su infancia. Así como los terribles problemas de Schopenhauer con sus padres, especialmente con su madre, lo orillaron a distanciarse permanentemente de ella y a hundirse en un pesimismo existencial, mi conjetura es que Sidjata fue tratado mal en el asfixiante palacio de su padre y madrastra. Las citadas palabras del epígrafe que escogí para este ensayo refuerzan esta hipótesis: "La vida de la casa, ese lugar de impureza, es estrecha; la vida en nuestra comunidad de monjes es el aire libre".

La doctrina budista central, que el sufrimiento es causado por el apego a la vida, es una huida de la vida misma y del mundo causada por un dolor no procesado en las mentes de Sidjata y de sus seguidores. Después de las magníficas esculturas de efebos y adonis en la época clásica, el espíritu oriental de apatía y resignación (del que hablaré en el hilo sobre Will Durant, el cual también transladaré hoy de mi foro a este Blog) se reflejó en el arte griego a través de esculturas de hombres viejos y enfermos. Qué diferencia con su autoimagen, a veces homoerótica, que de sí tenían los helenos en la Atenas en su apogeo. La otra doctrina de Sidjata, que la superación del apego mundanal cura el sufrimiento, es el corolario de tal visión decadente. No puede contrastar más con mis ideales juveniles esbozados en mi tercer libro de Hojas susurrantes sobre las Arcadias de los mundos futuristas de Arthur Clarke. Me parece elemental que si Sidjata hubiera tenido una vida tan regalada como dice la leyenda, no habría tratado de autodestruirse con penitencias extremas. Llama la atención que las religiones que surgieron en suelo seco, como el judaísmo, hayan fantaseado con un futuro utópico; mientras que las religiones de suelo húmedo, como el budismo, prediquen la aniquilación del deseo: una de las más antiguas definiciones de nirvana. La creencia central del budismo es que, si nos liberamos del apego, nos liberaremos del sufrimiento. De ahí se entiende por qué los más devotos budistas meditan hora tras hora en posición de loto u otras. El objeto es, por decirlo llanamente, "bajarle al ego", de donde se deriva todo el sufrimiento.

Quien crea eso haría bien en darse un balazo: la manera más directa de destruir el ego, y para siempre. Claro que los seguidores de Sidjata reprobarían tal escape por la creencia en la ineludible cadena de la reencarnación, que condenaría al suicida a otra vida, probablemente peor. Si bien recuerdo, me decepcioné de Philip Kapleau, el autor de Los tres pilares del zen, cuando en una librería hojeaba otro de sus libros y leí que, como en las religiones teístas, el ahora roshi-Kapleau condenaba al suicidio o a la eutanasia. Pero el concepto de nirvana se parece mucho a lo que quizá nos pasará al morir: nos iremos a la nada, como estábamos antes de nacer.

La manera dolorosa en que la misma tradición reconoce que el Sidjata histórico enfermó y murió contrasta dramáticamente con los serenísimos rostros del Buda del dogma que vemos en el arte.
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César

1 comentario:

Noimporta Comomellamo dijo...

Gracias. Tu critica es aguda, especialmente la de intentar dilucidar la influencia de los años de infancia y juventud de Sidjata.
Soy mistico, he de confesar, pero no de los que cierran los ojos o renuncian a la razón.
Otro detalle, ver los "infiernos" budistas y las torturas que los demonios preparan para las almas.
Tan, o mas crueles, que los del cristianismo.
Saludos